Revisión sobre ejercicio físico y asma.
Introducción
El asma es una enfermedad que produce una obstrucción de las vías respiratorias, que puede ceder espontáneamente o por efecto de un tratamiento. Dentro del asma, encontramos dos tipos:
-Asma no inducido por ejercicio físico causado por múltiple causas, tantas como tipos de asma (asma bronquial, asma nervioso, por ejemplo).
-El asma inducido por ejercicio (AIE) causado por los esfuerzos físicos, con una obstrucción de las vías respiratorias además de tos, disnea, opresión de tórax y sibilancias tras el ejercicio físico, no durante este. La crisis suele aparecer entre 3 y 15 minutos después de finalizar la actividad, y su severidad va a depender de la intensidad y el volumen del ejercicio. Puede existir una segunda crisis entre 20 y 60 minutos del ejercicio si no se aplica fármaco, incluso se han visto casos de crisis revirtiendo a las 12 horas.
Detención del AIE.
Es fundamental que se reconozca lo más rápido posible la patología en los niños, para que así puedan practicar actividad física sin ninguna restricción. Algunos de los síntomas solo se dan en el colegio, por lo que es fundamental que el profesor de educación física los conozca.
Existen varios procedimientos para diagnosticar el AIE:
-Historia clínica: Evalúa la presencia de tos, disnea y sibilancias asociadas a la actividad física además del historial familiar.
-Cuestionarios de signos y síntomas: Son escasos y el más utilizado es el del Comité Olímpico de los Estados Unidos, en su nueva versión que podemos encontrar en español.
-Exploración: Busca signos de los síntomas.
-Pruebas de esfuerzo: Es una prueba que resulta un estímulo natural, aunque su valor predictivo es bajo.
Una vez realizadas las pruebas, la guía española para el manejo del asma establece cuatro niveles:
-primer nivel: Exacerbaciones infrecuentes, 1 cada 4 o 6 semanas, con un volumen espiratorio forzado (FEV) del 80% y un flujo espiratorio pico (PEF) del 20%. Sibilancias leves y ocasionales en ejercicios intensos.
-Segundo nivel: Exacerbaciones frecuentes, más de 1 vez cada 4 o 6 semanas, con un FEV del 80 % y PEF del 20%. Sibilancias en mas de una ocasión a la semana cuando el ejercicio es moderado.
-Tercer nivel: Exacerbaciones frecuentes que afectan a la vida diaria. Sibilancias frecuentes ante cualquier ejercicio. FEV mayor al 70-80% y PEF superior al 20 %.
-Cuarto nivel: Exacerbaciones que perturban el ritmo de vida habitual, con sibilancias frecuentes ante ejercicios minimos y un FEV menor de 70% y un PEF mayor al 30%.
Tratamiento del AIE.
El objetivo del tratamiento es que el niño asmático tenga una vida lo más parecida a un niño que no lo es, por eso su detección temprana es tan importante. Podemos encontrar tres tipos de tratamiento:
-Farmacéutico: Toma de medicación antiinflamatoria antes de realizar el ejercicio. Los efectos postejercicio se tratarían con medicación de rescate. Podemos encontrar:
B2 agonistas de acción corta: Más utilizados como prevención y rescate.
B2 agonistas cadena larga: Disminuyen el efecto protector si su utiliza mucho tiempo.
Cromomas: Son útiles antes del ejercicio, pero no después o tras una crisis.
Mejora de la condición física:
Aunque parezca contraproducente, la actividad física permite un control óptimo de AIE. Un niño con asma que no realiza actividad física, disminuye su capacidad física y su tolerancia al ejercicio, siendo el sedentarismo un factor de riesgo para los asmáticos. Por lo que no hay que eliminar, si no estimular de forma adecuada el ejercicio, controlando los síntomas para contribuir al desarrollo total del niño además de su crecimiento, estado de ánimo y social, además de mejorar su calidad de vida.
Se tiende a recomendar la práctica de actividad física de dos a tres veces por semana con una duración de 20 a 30 minutos a una intensidad marcada por el profesional tras el diagnóstico de la patología. El ejercicio vendrá precedido de un calentamiento de entre 10 y 15 minutos de duración, así como una vuelta a la calma de la misma duración para evitar el broncoespasmo.
El ambiente es importante, buscando realizar ejercicios aeróbicos en ambientes cálidos y húmedos. La elección de deporte también lo es, siendo los deportes intermitentes adecuados, por el contrario, deportes como el ciclismo, la mayoría de disciplinas atléticas y los deportes de raqueta y lucha son asmógenos.
Educación en la enfermedad.
Los niños y los padres deben ser instruidos en la enfermedad, para evitar que los segundos sobreprotejan a los primeros, debe ser uno de los pilares de la enfermedad. Deben conocer que actividades deportivas son las más adecuadas, sus capacidades y limitaciones, para que padres e hijos tengan la capacidad de ser autónomos.
Actuación ante un ataque de asma.
Hay que utilizar la medicación de rescate tal y como hemos comentado. Sin embargo, pueden existir diferentes aspectos que den lugar a que ocurra este episodio, por lo que hay que mantener la calma, parar el ejercicio y llevar al niño a un sitio amplio, aireado y buscar que se relaje. Si se recupera es fundamental incluirlo con adaptaciones en la clase, para evitar que se sienta apartado. Si la crisis no disminuye hay que consultar un médico.
Conclusiones.
-Es fundamental que el profesorado de EF estén formados sobre la enfermedad, conociendo los sistemas de detección temprana del AIE, así como tener un nivel de conocimiento básico sobre la medicación del alumno.
-El ejercicio debe ser aeróbico, con un calentamiento previo, realizado durante 20 0 30 2 o 3 veces a la semana, implicando grupos musculares grandes y realizados con una intensidad adecuada y en ambientes cálidos.
-Hay que formar a los padres sobre la enfermedad, buscando que los niños practiquen actividad física de forma autónoma, evitando la sobreprotección por parte de los padres y por tanto la no inclusión del niño en actividades cotidianas.
Bibliografía.
Arias, J. L.; Navarro, M. A. (2010). Review about physical exercise and asthma in children. Implications to physical education teacher. Journal of Sport and Health Research, 2(3):201-218.